Que yo sepa, de lo único que hizo bandera a lo largo de su vida, fue de su pertenencia a Falange. Aún hoy, todos sus seguidores le recuerdan con fervor dedicándole perlas como “... un joven que se estrenaba en la hombría y que, si no la sangre, sí tiene azul el corazón...”, o “Sólo él quedó apegado a ese verano perpetuo de 1936...” (refiriéndose con ello, a que siempre fue fiel al principio nacionalsindicalista del régimen y criticando a Foxá, Sánchez Mazas, etc.por sustituirlo por un modelo nacionalcatólico. ¡Tela!).
El señor Tamburri, nos hace partícipes de lo mucho que trabajó el señor Serrano, pero omite los medios donde publicaba sus arengas: Haz, Arriba, El Alcázar o Siete Flechas... Sin comentarios.
Para Tamburri, Olite ha recibido publicidad gratuita desde sus novelas y se merece algún tipo de reconocimiento de ella, mas esperemos que esto no se produzca; es como si el ministro de propaganda nazi Joseph Paul Goebbels, hablara maravillas de algún lugar en concreto. No es algo de lo que se deba presumir.
Lo que más me fastidia, es seguir dando pábulo a este personaje, ya que mucho me temo, era el fin que perseguía Pascual Tamburri con su artículo: acercar a las nuevas generaciones los idearios ultraderechistas del sujeto. Así que voy a terminar, pero no sin pedir una reflexión a los que encargan sus escritos a Tamburri: Eduardo García, hijo de Rafael y a quien también nombra se nombra en este artículo, es el gran periodista que desde la tribuna que le proporciona Intereconomía, se dedica a no dejar títere con cabeza (eso sí: desde el centro hacia la izquierda), incluyendo a Marina Geli, consejera catalana de Sanidad, a la que llamó “zorra, repugnante, puerca y guarra”, entre otras cosas. ¿Les suena ahora? Interesante en cualquier caso, que éstas personas compartan páginas de un programa festivo, con otras como la del Consorcio de Desarrollo de la Zona Media de Navarra, en la que se aboga por favorecer la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Por favor señor Tamburri: no aproveche el escaparate que supone un programa de fiestas, para hacer propaganda de sus ideas. Seguro que ya tiene otros medios más concretos, para arengar a los que echan de menos tiempos pretéritos. Y aunque la censura es más propia de aquellos años, por favor, a quien corresponda, que se tenga un poco de sensibilidad hacia muchas personas, antes de sorprendernos con propagandas franquistas.
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarNo habría que dar cobertura a estos de falange y tradición.